¿La economía japonesa se hundirá en 2035?: una visión del empresario japonés “Horiemon” 1.0

A finales del siglo XIX, Japón intentó modernizar el país y lo logró rápidamente, sin embargo, a principios del siglo XX, fracasó al involucrarse en una horrible guerra. A pesar de ello, como un fénix, se recuperó y se convirtió en una gran potencia económica. En el siglo XX logró ser uno de los países más destacados del mundo. No obstante, desde principios del siglo XXI, Japón está sufriendo un declive en la economía y la innovación tecnológica. Durante 30 años, la economía japonesa no ha crecido, siendo el único caso en el bloque capitalista.

Ahora me gustaría presentar algunos de los casos o desafíos que el empresario japonés Takafumi Horie, conocido como “Horiemon”, ha identificado como criticos para el futuro de la economía y la industria japonesa. Estos casos o desafíos son relevantes para comprender las tendencias y oportunidades que se presentan en el contexto actual.

  • La caída de Toyota

Toyota, el gigante japonés de la industria automotriz, se enfrenta a un gran desafío para adaptarse al cambio hacia los vehículos eléctricos (EV). Según Horiemon, Toyota tiene tres debilidades principales que le impiden competir eficazmente en este mercado:

– La primera debilidad es que Toyota pierde su ventaja competitiva basada en la tecnología y la experiencia en la producción de vehículos de gasolina (ICE). Estos vehículos requieren un alto nivel de habilidad y conocimiento que no se puede replicar fácilmente con ordenadores. Sin embargo, los EV se pueden diseñar y mejorar mediante simulaciones por ordenador, lo que permite a las empresas nuevas entrar en el mercado sin tener una larga trayectoria en el sector. Así lo demuestran Tesla (EE.UU) y BYD (China), que sin haber producido nunca ICE, se han convertido en los dos líderes mundiales en la cuota de mercado de EV.

– La segunda debilidad es que Toyota dependería de las baterías como fuente de energía para sus EV, lo que le sitúa en desventaja frente a Tesla y BYD, que tienen una mejor gestión y calidad de las baterías.

– La tercera debilidad es que Toyota es una empresa especializada en el “hardware” de los vehículos, es decir, en las partes mecánicas y físicas. Sin embargo, los EV también necesitan un buen “software” para actualizar el sistema y añadir nuevas funciones, como un teléfono inteligente. En este aspecto, Toyota tiene una carencia, porque no dispone de la capacidad suficiente en este tipo de tecnología.

De esta forma, podemos entender que los ICE y los EV son fundamentalmente diferentes, como un teléfono móvil sencillo y un teléfono inteligente. Además, Toyota dejó de invertir en EV durante un tiempo para enfocarse en los vehículos híbridos (HEV) en 1997 y luego en los vehículos de hidrógeno (FCV). Claramente, descuidó el desarrollo de los EV en ese período.

Por eso, está más rezagado en los EV que otras empresas. No es solo una crisis de Toyota, sino también de otras marcas japonesas que están perdiendo su posición en la industria automotriz, que emplea a más de 5 millones de trabajadores en Japón, genera exportaciones por 1000 millones de dólares y sostiene la economía japonesa. Además, las empresas gigantes que tienen muchas cadenas de empresas pequeñas no pueden invertir flexiblemente en nuevas tecnologías.

Vehículo eléctrico de BYD
  • Las telecomunicaciones se enfrentan a grandes desafíos y amenazas. Uno de ellos es la llegada de nuevas tecnologías que hagan obsoletas las infraestructuras existentes.

En el caso de Japón, el mercado de las telecomunicaciones está dominado por cuatro operadores nacionales: Docomo, au, SoftBank y Rakuten. Estos operadores han invertido mucho dinero, tiempo y esfuerzo en construir y mantener sus propias estaciones base en todo el territorio, lo que les da una ventaja competitiva frente a posibles competidores.

No obstante, esta ventaja podría perderse si las estaciones base dejaran de ser necesarias. Ese es el escenario que plantea el proyecto Starlink de Space X (Elon Musk), que consiste en crear una red de satélites artificiales de baja órbita que proporcionen una conexión a internet más rápida, precisa y barata que las estaciones terrestres. Si esta tecnología se desarrolla y se populariza, podría suponer una revolución en el sector de las telecomunicaciones y poner en riesgo a los operadores tradicionales.

  • Una de las innovaciones más recientes en el sector energético, es el concepto de las centrales eléctricas virtuales.

La compañía eléctrica de Tokio es una de las mayores empresas de suministro de electricidad en Japón, que abastece a la zona metropolitana de Tokio y a las prefecturas vecinas como Kanagawa y Chiba. Para producir, transmitir y distribuir electricidad, ha invertido grandes cantidades de dinero y tecnología en construir plantas y sistemas de gran escala. Sin embargo, el sector energético está experimentando una revolución tecnológica que podría alterar el panorama actual. Se trata de las centrales eléctricas virtuales, un concepto que también ha despertado el interés de Elon Musk, el fundador de Tesla y SpaceX.

Las centrales eléctricas virtuales son sistemas que coordinan y gestionan la generación, el almacenamiento y el consumo de electricidad a partir de fuentes distribuidas y descentralizadas, como paneles solares, aerogeneradores, baterías o generadores, conectados entre sí a través de internet. Estos recursos pueden estar ubicados en diferentes lugares, como hogares, edificios o parques eólicos, y pueden adaptarse a las condiciones de la demanda y la oferta de electricidad en tiempo real. De esta forma, se reduce la dependencia de las grandes plantas convencionales y se aprovecha mejor la energía renovable. Además, Elon Musk está innovando en el campo del almacenamiento de energía a gran escala, que era un desafío con las tecnologías tradicionales.

Las centrales eléctricas virtuales suponen una amenaza para las grandes corporaciones que dominan el sector energético en Japón, que hasta hace poco se consideraban intocables. Es posible que en un futuro no muy lejano, las empresas de Elon Musk se hagan con una parte importante del mercado eléctrico japonés.

  • Los bancos en Japón tampoco escapan ante la crisis.

Japón cuenta con un amplio sector bancario que abarca desde los megabancos, enormes conglomerados financieros con más de un billón de dólares en activos, hasta los bancos regionales comunitarios. Sin embargo, el sector se enfrenta a un entorno adverso debido a la política de tipos de interés bajos que el Banco de Japón ha mantenido durante más de 30 años para combatir el estancamiento económico.

Esta política reduce los márgenes de beneficio de los bancos y dificulta su gestión. A esto se suma que la mayoría de los bancos tienen una gran cantidad de sucursales y empleados, cuyos costes son difíciles de reducir debido a la legislación laboral japonesa. Por otra parte, el declive demográfico y el envejecimiento de la población limitan las perspectivas de crecimiento futuro del sector.

Ante esta situación, incluso los bancos más grandes y sólidos han tenido que cerrar algunas de sus oficinas en los últimos años. Los únicos bancos que parecen beneficiarse de esta coyuntura son los bancos en línea, que pueden operar con menores costes al no tener sucursales físicas ni personal.

Ante la dificultad de obtener beneficios, se piensa que los bancos deben optar por vender productos financieros con comisiones adicionales a sus clientes. Estos productos, que se ofrecen en las sucursales bancarias, suelen tener unas tarifas muy elevadas que los inversores habituales no aceptarían. Esta práctica, aunque no es ilegal, plantea serias dudas éticas y sociales. Se podría decir que los bancos japoneses, que en su día fueron el motor de la potencia económica del país, ahora sólo pueden sobrevivir explotando a los más débiles.

  • El declive de las empresas de televisión.

La televisión ha sido un medio de comunicación muy popular en Japón durante más de 50 años. Sin embargo, su posición dominante se ha visto amenazada por el auge de Internet, que ofrece a los consumidores más alternativas y comodidad.

Los datos muestran que entre 2018 y 2019 se invirtió más dinero en publicidad en Internet que en televisión. Esto significa que la publicidad televisiva ha perdido efectividad y valor, mientras que la publicidad en plataformas digitales como YouTube o Instagram tiene más repercusión y alcance. De hecho, cuando viajo o compro, tomo casi todas mis decisiones online.

En este contexto, la televisión terrestre gratuita ha perdido atractivo para los espectadores. Además, la disminución de los beneficios ha repercutido en la calidad y la diversidad de los programas, que antes tenían grandes presupuestos, escenarios impresionantes y localizaciones internacionales. Ahora, el desafío es captar audiencia con contenidos más baratos y simples.

Si los ingresos por publicidad continúan bajando, será necesario buscar nuevas fuentes de ingresos, y una opción natural sería migrar a servicios de distribución de vídeo por suscripción, como Netflix. Las estaciones de televisión también tienen que explorar nuevos mercados para sobrevivir.

En resumen, se ha señalado que en un futuro próximo, algunas de las grandes empresas que han apoyado las industrias centrales de Japón perderán su poder a medida que sean expulsadas por empresas con nuevas tecnologías. Estas son sólo las predicciones de un empresario, pero no hay duda de que estamos en un punto de inflexión en los sectores energético y tecnológico.

La “ola del dilema de la innovación” puede ser una “enfermedad mortal” que se está propagando a las consolidadas empresas japonesas que puede provocar su estancamiento o declive. Un fenómeno por el cual las organizaciones se vuelven incapaces de adaptarse a los cambios del mercado y de responder a las necesidades emergentes de los clientes, debido a su rigidez estructural y cultural.

Para el siguiente artículo, quiero explorar cómo se vería afectada nuestra vida en Japón si la industria japonesa entrara en crisis.

参考文献 – 2035 10年後のニッポン ホリエモンの予測大全 / 堀江貴文


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