El ataque de los kamemushi (chinches japoneses)

Quizás una de las ventajas de la geografía de Japón es poder disfrutar de las cuatro estaciones del año, cada una con su encanto y su belleza. La primavera nos regala el espectáculo de los sakura en flor, el otoño nos sorprende con los tonos rojizos de los Momiji, y el invierno y el verano también tienen sus atractivos y sus festivales.

Pero no todo es color de rosa, porque cada estación también trae consigo algunos inconvenientes que nos hacen la vida un poco más difícil. Ya les he contado en otras ocasiones lo que se sufre con la humedad en verano o con el polen en primavera, pero hoy quiero hablarles de los kamemushi, que en español sería insecto tortuga, porque se parece a una mini tortuga con alas. Estos insectos aparecen a finales de otoño y nos atormentan con su olor insoportable.

Resulta que en Japón hay alrededor de 1300 especies de chinches apestosos pero solo unas 10 especies se consideran plagas que entran en las casas y otros lugares habitados. Estos chinches apestosos en los meses cálidos viven en los arboles y vegetación, pero a finales de otoño hasta principios de invierno, suelen colarse en las casas por pequeñas rendijas para hibernar. Especialmente en las zonas rurales montañosas suelen ser más problemáticos, en las zonas urbanas son más escasos. No hay que confundirlos con los chinches europeos, que son muy pequeños, pican y chupan la sangre. Los chinches japoneses son más grandes, no hacen daño, solo huelen terrible.

Una raza de los chinches japoneses llamada
“Kusagi Kamemushi”

También puede meterse en los bolsillos o los calcetines si tiendes la ropa al aire libre. Cuando te pones la ropa y tocas las chinches o las aplastas sin querer, liberan un olor horrible desde su abdomen, que te irrita como aerosoles ácidos. El olor es tan fuerte que no se quita fácilmente con jabón y puede durar más de una hora. Si el olor se impregna en tu ropa, tendrás que lavarla de nuevo o soportar el hedor a chinches.

Si tienes planes de vivir o visitar las zonas montañosas de Japón, debes estar alerta ante este chinche apestoso. Tal vez en los países de habla hispana no reconozcan este insecto (aunque en Colombia vi algunos y su olor no era tan irritante), así que te contaré por qué es tan molesto.

En las casas, el problema es que pueden entrar por un espacio de apenas unos milímetros entre las ventanas y los marcos de las puertas. Aunque parezca que estos huecos están sellados, no lo están lo suficiente como para impedir el paso de estos molestos visitantes. Este año (2023), su presencia ha sido especialmente anormal y numerosa.

Durante varias semanas a finales del otoño, cientos de chinches se amontonaban en las paredes exteriores de las casas (incluidas ventanas y puertas) y en las barandillas de las escaleras exteriores. Solían aparecer alrededor del mediodía, cuando el sol calentaba más. Además, tenían la costumbre de volar cuando alguien pasaba cerca, lo que resultaba muy desagradable. Por si fuera poco, estos insectos se sentían atraídos por el color blanco, por lo que mi casa, con las paredes exteriores de ese color, era un imán para ellos.

Como solución a la invasión de estos insectos, venden insecticidas especiales que rociamos en los marcos y rieles de las puertas y ventanas. Parece que funciona bastante bien, porque a veces vemos chinches muertos dentro de los marcos de las ventanas. Pero no todos los insectos caen en la trampa, y algunos logran colarse e invadir nuestro espacio. Cuando eso pasa, no nos queda más remedio que atraparlos y sacarlos.

Los carros que están estacionados cerca de las casas no escapan de la invasión. Estos bichos se meten en los huecos de las puertas, los parachoques y los conductos del aire acondicionado. Cuando conduzco desde la zona montañosa donde vivo, que es fría, hasta una zona más cálida de la ciudad, el aire acondicionado hace que salgan chinches apestosos por las rejillas de ventilación. Es muy desagradable, pero lo único que puedo hacer es atraparlos rápido y tirarlos fuera del carro.

Además, si estaciono mi carro en un centro comercial o en otro estacionamiento de la ciudad, al poco tiempo aparecerán decenas de chinches alrededor de mi carro y en el capó, que salen de mi carro atraídas por el clima cálido de la ciudad. Me da un poco de vergüenza porque solo es mi carro el que suelta chinches, creo que las otras personas pueden adivinar muy fácil que vengo de la montaña.

Pero bueno, este pequeño insecto es parte de la vida cotidiana de la llegada del invierno en el campo japonés. Hay que enfrentarse a ellos y admirar su capacidad de supervivencia y su vitalidad, que les ha permitido evolucionar durante unos 400 millones de años, más que los humanos. Por eso cada año nos preparamos para el “ataque de los chinches hediondos” . Hasta los niños del jardín infantil de mi hija se lo toman como un juego y se dedican a sacar estos chinches, aunque a todos nos den miedo.

Video inusual del ataque de los chinches


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